No es fácil encontrar playas tan vírgenes como las de Marisol, donde la paz parece haber construido su reinado. El balneario es una pequeña y pintoresca villa de calles de tierra, con añosa arboleda y 47 km. de costa, acompañados por un cordón de médanos con flora y fauna autóctona, que conforman un paisaje incomparable para los safaris fotográficos; adema de contar con todos los servicios que el turista necesita.
Su encanto, sumado a la cordialidad de sus habitantes, hacen que los visitantes encuentren un sitio propicio para el descanso y la diversión.
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